¿Qué es la zoofobia?
En el mundo actual existen millones de personas que adoran los animales. Hay incontables proyectos o planes en busca de erradicar el maltrato animal, crear refugios y proteger a ciertas especies que se encuentran en peligro de extinción. En contraste con esto, hay un porcentaje de personas mucho más pequeño que, por el contrario, sienten un miedo desproporcionado e irracional al tener contacto con un animal; esta psicopatía lleva el nombre de zoofobia.
Fobia a los animales
La zoofobia es realmente común en niños pequeños, pero también puede darse en adultos. Se refiere a ese temor incontrolable que una persona puede sentir con el simple hecho de mencionar un animal. Por supuesto, puede variar dependiendo del fundamento del miedo.
Hay muchas fobias específicas con respecto a esta área. Por ejemplo, la entomofobia (miedo a los insectos), la ornitofobia (el miedo a las aves), la ailurofobia (el miedo a los gatos), la selacofobia (el miedo a los tiburones) y muchas otras, pero la zoofobia se encarga de englobar el miedo a los animales de forma general.
Para que una persona sea diagnosticada con zoofobia no debe temer necesariamente a animales grandes, peligrosos o venosos.
En realidad, quienes padecen esta psicopatía pueden sentir el mismo terror al ver una hormiga o al estar cerca de un tiburón.
Todo dependerá del caso.
Lo más común es que este trastorno esté fundado en alguna experiencia traumática en la infancia de la persona que involucre uno o varios animales.
Pero por supuesto, no es un común denominador en todos los casos de zoofobia.
Síntomas de la zoofobia
Quien se ve afectado por este trastorno experimenta los síntomas comunes dentro de los ataques de pánico o ansiedad.
Nerviosismo, aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, sudoración excesiva y dilatación pupilar pueden figurar entre los más predominantes.
A lo largo de cualquier fobia (haciendo referencia al plano conductual) las personas desarrollan una característica bastante particular y notoria: la evasión del objeto temido.
Los zoofóficos pueden llegar al extremo de planificar su rutina con la finalidad de no tener que establecer ningún tipo de contacto con animales.
Claramente, esto es un problema debido a la cantidad de personas que incluyen a las mascotas dentro de su día a día, volviendo la vida del afectado totalmente disfuncional.
La mente de un zoofóbico funciona de tal manera que, cualquier situación que pueda involucrar a un animal, es maximizada y sacada de contexto a tal proporción que la persona se siente en un estado de peligro real e incontrolable.
Tratamiento para superar la zoofobia
A pesar de que la zoofobia puede ser abordada desde diferentes perspectivas, los expertos consideran que el mejor tratamiento es la terapia psicológica.
A través de conversaciones con un especialista y la aplicación de técnicas cognitivas-conductuales se puede llegar a la base del miedo y posteriormente elegir la solución más apropiada.
Algunos tratamientos se basan en la exposición gradual al objeto temido, debido a que de esta manera el afectado puede establecer contacto con los animales en un ambiente controlado e ir superando el temor a su propio ritmo.